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Síntesis Talasal

Ameen Ahmed Abdel-Hadi Mettawa

Comenzando con visiones,

A. Los planetas colonizados caen ante la Fuga Cultural [FC] cuando “las presiones socioeconómicas […] alcanzan un punto de recomplicación y perturbación tecnológica en el que la población destruye completamente toda vida sobre la superficie planetaria.” Dos eventos preceden el devenir de un planeta en “una repentina flor de fuego”: (1) un “enjambre hacia Info General [IG],” el aparato de inteligencia interplanetario prostéticamente implementado que transmite cualquier información a velocidad de “impulso neuronal a través de un tercio-cúbico-de-un-centímetro de materia cerebral,” y (2) la presencia orbital de 360.000 astronaves Xlv (las únicas entidades fuera de IG, dada su absoluta impenetrabilidad hermenéutica). Las fuerzas de la seguridad humana, temiendo la extinción FC, previenen la actualización de una cierta síntesis sexual, cuya virtualidad había acercado incomprensión y Xlv.1

B. “Quizá, tal y como el feminismo oceánico primordial de Sadie Plant expone tanto un pasado como un futuro para el ciberfeminismo, los océanos sean una herramienta de adivinación hacia el futuro. La aceleración de género comienza con un alza talasal, ‘un tipo de mar mutante [invadiendo] la tierra.’ (Plant 248-249) La matriz primordial oceánica se eleva con la aceleración del tecnocapital para consumir la civilización humana, para consumir la masculinidad, mientras el cielo masculino se asfixia en el exceso y el residuo del tecnocapital. […] El resultado último, al alcanzar su intensidad definitiva, la aceleración de género y la aceleración como un todo, es una vuelta al océano, a un enjambre-máquina de limo sin sexo, sin género. La liberación de las mujeres viene con la aceleración y el futuro, a costa de muerte, destrucción y caos generalizados, y la liberación de las mujeres es incondicional, sin control y sin freno.”2

C. “Una explosión de clima caótico dentro de la resolución de problemas sintética rasga los últimos sueños de la predicción y el control descendentes. El conocimiento suma al desastre y, si sabe lo que hace, no hace sino incrementarlo exponencialmente. […] El capital es dilatación maquínica (no-instrumental) de la escalada de globalización-miniaturización: un vórtice nihilista automatizante que neutraliza todos los valores por conmensuración al comercio digitalizado. […] Cada parte del sistema alienta un dispendio suntuoso máximo, mientras que el sistema en su conjunto requiere su inhibición. […] Se ensambla a sí mismo mapeando y escapando de las condiciones de deficiencia técnica y neuroquímica para el tiempo lineal-progresivo de la paleodominación, y descubre que el futuro como virtualidad es accesible ahora, de acuerdo con un modo de adyacencia maquínica que la realidad social securizada se ve compelida a reprimir.”3

que se nos dan a la vez como praxis y antipraxis, como pensamiento contemporáneo aproximándose asintóticamente a su Afuera, pragmáticamente sembrando una xenoformación topo-epistemológica memética (esto es, infección xenémica), y como el futuro irrumpiendo en el presente, mediado por une visionarie, el punto personologizado de intersección de flujos de afinidad futural máxima (esto es, invasión xenémica), respectivamente. Indecidiblemente translocada en el tiempo y fluctuando hipersticionalmente entre infección e invasión conforme lo virtual va entrando en lo actual, la visión exige de su querent un trabajo de traducción entre la sumisión y la adscrip(ta)ción. El futuro es mapeado sobre un presente que no es, configurando ese presente como el futuro que ya era. Esta “producción de la causa a partir del efecto” nos lleva a y nos es traída de “más allá del borde del tiempo en sí mismo.”4

Dos vectores diagraman nuestra trayectoria: (1) el cambio climático planetario, indicado por la creciente media global del nivel del mar y la presencia atmosférica de dióxido de carbono, (2) el capital, entendido como fundamentalmente desterritorializante a escala humana. En lo que pronto se revelará como un uróboros templejizado, podemos localizar de forma provisional un punto como el pasado profundo, “cuando estábamos todes en el mar,” antes de que “especie, sexo, raza, clase […] significaran nada.” Antes de que la represión geotraumática organizara el mar en el presente hipermar de biota terrestre, habitábamos y constituíamos “un plano geográfico sin fin de micro-engranajes de quanta pulsante, redes ilimitadas de mezclas, fugas, fusiones en interacción, tejiéndonos a través de nosotres, moviéndonos en círculos mezclades, sin atención, sin necesidad, sin objetivo, sin cuidado, sin pensar, desbocades. […] Intercambios libres, microprocesos afinados, transferencias polimórficas sin cuidado de fronteras ni límites. […] Y entonces nos ocurrió algo. El clima cambió. No podíamos respirar. Hacía un frío terrible. Demasiado para nosotres. Todo lo que tocábamos era venenoso. Mares nocivos y aires tóxicos inundaron nuestra zona oceánica. Algunes dijeron que nos lo habíamos buscado, que toda nuestra actividad se había vuelto contra nosotres, que habíamos destruido nuestro medio ambiente por un accidente que nosotres mismes habíamos provocado.”5

Nuestres ancestres afótiques migraron y mutaron para vivir en este entorno tóxico — la tierra, siendo organizada de acuerdo a estructuras cíclicas de proximidad solar fluctuada axialmente (en sí el resultado de un encuentro geotraumático con Tea, que alumbró de sus cenizas congeladas nuestra luna). Los seres humanos dieron en llamar a esto tiempo, y organizaron sus actividades productivas y reproductivas de acuerdo a sus repeticiones. Este “‘tiempo cíclico’ — que emerge de las cambiantes ocupaciones estacionales”6 permitió la sedimentación de los códigos sociales, o restricciones imaginarias sobre la (re)producción correspondientes a las condiciones materiales de la naturaleza a través de las cuales fueron mediadas (es decir, tabúes). Dentro de esta “máquina territorial primitiva,” el parentesco delimitó la circulación del valor, permitiendo su movimiento por filiación y alianza: “La filiación es administrativa y jerárquica, pero la alianza es política y económica y expresa el poder en tanto que no se confunde con la jerarquía ni se deduce de ella, y la economía en tanto que no se confunde con la administración. Filiación y alianza son como las dos formas de un capital primitivo: capital fijo/stock filiativo, y capital circulante/ bloques móviles de deudas.”7 Territorialidades primitivas distintas circulaban valor entre sí produciendo alianzas mediante el comercio corpóreo de mujeres. Esta forma de crear parentesco implicaba, a nivel de código social, una territorialidad imaginando a las otras como inversamente correspondientes a su auto-articulación existente: “Estas organizaciones [de alianza] se reproducen culturalmente por medio de mitos compartidos articulados en torno a dualidades básicas (día/noche, sol/luna, río-arriba/río-abajo, etc.). La función de estos mitos es capturar la alteridad dentro de un sistema de reglas, dotarla de una identidad, y excluir la posibilidad de lo radicalmente diferente.”8 Nuestra supervivencia, cuando nos hicimos seres humanos arrojados a las vicisitudes del tiempo cíclico, demandaba un movimiento de bienes al que la sobrecodificación social solo accedería a través de la construcción de lazos “naturales” cuasi-filiativos mediante formaciones de alianza con otres que neutralizamos en nosotres mismes.

La filiación fue más tarde centralizada de forma abstracta en la “máquina despótica bárbara” como el estado, que simultáneamente permitió una mayor autonomización de la circulación del valor al generalizar la filiación como un enlace entre sujeto y soberano, produciendo una “espiritualización en un campo supraterrestre cada vez más sobrecodificante que forma un sistema metafísico.”9 Este sistema ocupa el lugar de los tabúes que gobernaban la máquina territorial primitiva, permitiendo la instrumentalización de la circulación del valor al tiempo que “impide que las mercancías introduzcan la descodificación de flujos que por sí sola arruinaría el sistema en consideración.”10 El estado simultáneamente unificó las alianzas territoriales en la línea filial conceptual de un único y despótico padre o Dios, al tiempo que construía artificialmente la inhibición de la síntesis mediante restricciones a la mercantilización allí donde esta amenazaba con disolver códigos sociales.

La industrialización, una singularidad que aceleró la producción de valor, y la internacionalización económica, que autonomizó la circulación del valor más allá de la codificación estado-céntrica de la máquina despótica barbárica, corresponden a la iniciación del “‘tiempo lineal’ de organización urbana, industrial.”11 Esta “máquina capitalista civilizada,” o tecnocapital, no solo impactó la temporalidad virtual y vivida a escala humana, esto es, “el sentido del tiempo en su condicionamiento tecnológico, y […] la medida del tiempo como medio de explotación;”12 el tecnocapital empezó a determinar la estructura del tiempo a una escala planetaria, introduciendo el telos anti-humano del cambio climático global en la temporalidad de la Tierra. Conforme el tecnocapital iba subsumiendo más ámbitos de la naturaleza en sus maquinaciones de producción y circulación de valor, esta naturaleza pasó a ser otra que ya no promete la repetición anual de un ciclo de muerte y renacimiento, de siembra y cosecha sedentarias, sino una aceleración hacia “el tiempo-exterior de Ummnu,” el fin que está en lo que solo retrospectivamente y nunca más podrá ser llamado el principio. El tiempo lineal adelanta al tiempo cíclico al nivel de la materialidad planetaria, antes de plegarse cuando el mar se traga la tierra, “hundiéndose fuera de la cronicidad.”13

Nuestro momento es testigo de la re-complicación tecnológica, del alza Talasal, y del vórtice automatizante nihilista de las visiones, mientras la síntesis definitiva es perpetuamente inhibida por la seguridad humana: “El desastre de la historia del mundo es que el capitalismo nunca fue el desenvolvimiento progresivo del patrilinaje a través de una serie de relaciones de explotación generalizadas asociadas con una exogamia trans-cultural, conducente a una erupción incontrolable de alteridad femenina (esto es, migrante) en el feudo del padre y, así, a la emergencia de una síntesis radical — o étnicamente disruptiva y post-patriarcal. En lugar de esto, el parentesco y el comercio fueron sistemáticamente aislados el uno del otro, de modo que la internacionalización de la economía fue aparejada con un afianzamiento de las prácticas de parentesco xenófobo (nacionalista), manteniendo una concentración de poder político y económico dentro de un stock étnico aislado y geográficamente sedentario.”14 El valor es extraído de espacio no-blanco y al tiempo asegurado en espacio blanco, y el desacoplamiento del parentesco y el comercio permiten a quienes habitan el espacio blanco tender a la endogamia racial. El valor se mueve a través de las fronteras mientras que los cuerpos son bloqueados.

Dada la distribución desigual del futuro, mapear la visión exige sensibilidad hacia las brechas de esta inhibición de la síntesis, momentos en los que el tecnocapital dejó atrás la securización lo suficiente como para mostrar una señal de su telos Shoggótico, el “enjambre-máquina de limo sin sexo, sin género” por venir. Estos momentos colocan feminización junto a racialización, uniendo la productividad de mujeres y no-blanques bajo el tecnocapital a la reproducción de la monstruosidad.

Primero, la racialización de la prostituta, y el uso de la prostituta como representación genérica de las mujeres de clase trabajadora: “El uso que hace Marx de la prostituta como el símbolo apocalíptico de la emergencia del capital señala su afinidad con los discursos burgueses de aquel momento. Tanto ideólogos burgueses como sus oponentes radicales tomaron la prostituta como el signo del caos de género y sexo que la mercantilización desataría. […] La iconografía del siglo XIX utilizaba la imagen de Sarah Bartmann, popularmente conocida como la Venus Hotentote, que fue exhibida en freak shows por todo Londres, para unir la figura de la prostituta al supuesto salvajismo sexual de las mujeres negras y para instalar la sexualidad no-blanca como el eje sobre el que giraban varias nociones de feminidad. […] La identificación de la prostituta con la clase trabajadora británica inspiró mitologías raciales sobre las supuestamente anormales capacidades y consecuencias reproductivas de dicha clase. Uno de los relatos sugería que los cuerpos de las mujeres británicas de clase trabajadora podían producir razas hasta ahora nunca vistas. Un magistrado advirtió de que ‘colocar recipientes vacíos en las calles de Whitechapel’ ayudaría a engendrar especies de mutantes que causarían estragos en las comunidades de Gran Bretaña, creando las condiciones por las que “salvajes [podrían vivir] entre la civilización.’”15

Segundo, el deseo del tecnocapital de un exceso de mano de obra que conduce a la migración de cuerpos racializados hacia espacio blanco: “Conforme el capital [americano] iba solicitando mano de obra mexicana, asiática, asiático-americana y afroamericana, disponía las condiciones materiales que terminarían por quebrantar los ideales de género y sexo de los que dependía la ciudadanía. La racialización de la mano de obra mexicana, asiática, asiático-americana y afroamericana como contraria a la normatividad de género y sexo posicionaba dicha mano de obra fuera de la imagen del ciudadano americano. La regulación por parte del estado de de prácticas de género y sexo no blancas a través de programas de americanización, comisiones del vicio, segregación residencial y exclusión de la inmigración aspiraba a empujar a les no blanques a una conformidad de género y sexual a pesar de la diversidad de género y sexual de esos grupos racializados. Esa diversidad era, en gran parte, el resultado de la demanda de mano de obra del capital.”16

Al reconocer el Sistema de Seguridad Humana (SSH) que la máquina tecnocapitalista que está instrumentalizando para su apropiación racista y patriarcal del valor desata poderes de descodificación social que amenazan con destriparlo, comienza un proceso de encarcelación masiva del excedente de mano de obra racializada y de securización de las fronteras. El alza talasal, a la vez síntoma y vector del tecnocapital, emerge como una crisis en el momento en que esta securización inhibe la síntesis que el capital desea, produciendo la condición material que empuja a masas de refugiades climátiques hacia las fronteras del espacio blanco. El SSH reconoce que “un mundo sin naciones garantizaría en sí mismo el logro de todos los objetivos sociales y económicos inmediatamente post-capitalistas,”17 y su respuesta es la producción de estados fortaleza rodeados de hormigón, sin darse cuenta de la complicidad del hormigón con el mar: “La caliza, que […] es el principal ingrediente del hormigón moderno, está en sí misma formada de vida marina orgánica — los corales, conchas y algas de mares cálidos y poco profundos, que una vez bañaron paisajes terrestres, que luego se fosilizaron y petrificaron para convertirse en caliza. Por tanto hubo una vez un proceso de secado, hace millones de años. Y cuando ahora se le añade agua a la mezcla de caliza extraída, pulverizada y cocida para hacer cemento, esta materia desecada vuelve a la vida.”18 El mar en conspiración con el tecnocapital hacia la “síntesis desenfrenada que brota de la disolución teórica y libidinal de la totalidad nacional”19 ha hecho que el SSH se olvide de que “el hormigón [es] húmedo, orgánico e inestable.”20

Los cuerpos de las mujeres y de les no-blanques ocultan una liquidez similar a la del hormigón: “El desplazamiento a tierra seca no es un proceso irreversible. En las profundidades de las mareas del cuerpo, tendencias anfibias arrastran a un organismo al estado hidral del que una vez emergió. ‘Parece que los humanos tienen una especie de relación con las bestias de agua de las que salió todo lo vivo y solo hace falta un pequeño cambio para volver atrás de nuevo.’ (SOI, 145)”21 La línea filial de Les Profundes es comúnmente entendida como manifiesta en el mestizaje, de forma más amenazante en les no-blanques que pasan por blanques, infectando discretamente líneas de sangre blancas. Y aquí el parentesco se da con la mujer anfibia, que oculta internamente su filogenia templejizada: “El cuerpo acarrea consigo mucho más que su estadio evolutivo actual. El progreso del hombre ha contado la historia en orden. Empezando en el cero: bacteria, alga, pez, anfibio, reptil, pájaro, mamífero. Pero la mujer no pertenece a este progreso. Su tiempo no es el mismo, su temporalidad no es la misma, su cero no es el mismo. Ella se recuesta en el continuum.”22 El cero de nuestra línea filiativa, el cero de Les Profundes, es el “cero positivo — o ‘la matriz’ — [que] individúa un proceso secundario, re-productivo, que reprime las condiciones de su emergencia para entrar al mundo de la representación y el reconocimiento.”23 Como el hormigón, este cero camufla su liquidez, oculta que “disuelve binarios, des-asocia, muta estructuras existentes y genera lo completamente nuevo.”24

La desinhibición de la síntesis, o “la emancipación de las fuerzas materiales[,] corresponde a la emancipación del cero como la irrupción de lo absolutamente nuevo — primero disfrazado de otra cosa.”25 El océano, ahora mutado por el tecnocapital, provee el sustrato material a través del cual la racialización y la feminización conspiran. Los muros fronterizos se revelan como presas, erigidas para prevenir que el mar corporalizado inunde el interior, que cree el torrente sanguíneo sintético que se reapropiará del valor, difundiéndolo más allá de sus enclaves blancos. Una repentina flor de fuego puede incinerar el dryware, pero hay liquidaridad en las profundidades. Una vez que las aguas se juntan, ya no se pueden volver a separar. Y así abajo como arriba, la identidad de Talasa y la exogamia.26


  1. Delany, Samuel R. Stars in my Pocket Like Grains of Sand. 1984. 

  2. n1x. “Gender Acceleration: A Black Paper.” 2018. 

  3. Land, Nick. “Meltdown.” 1997. 

  4. Cross, Yves. “The Temporality of Ascryption.” 2016. 

  5. Plant, Sadie. Zeroes + Ones: Digital Women and the New Technoculture. 1997. 

  6. Thompson, E.P. “Time, Work-Discipline, and Industrial Capitalism.” 1967. 

  7. Deleuze, Gilles and Felix Guattari. Anti-Oedipus. 1972. 

  8. Land, Nick. “Kant, Capital, and the Prohibition of Incest.” 1988. 

  9. Deleuze, Gilles and Felix Guattari. Anti-Oedipus. 1972. 

  10. Ibid. 

  11. Thompson, E.P. “Time, Work-Discipline, and Industrial Capitalism.” 1967. 

  12. Ibid. 

  13. Land, Nick. “Occultures.” 1999. 

  14. Land, Nick. “Kant, Capital, and the Prohibition of Incest.” 1988. 

  15. Ferguson, Roderick. Aberrations in Black. 2003. 

  16. Ibid. 

  17. Land, Nick. “Kant, Capital, and the Prohibition of Incest.” 1988. 

  18. Plant, Sadie. “Between Shit and Architecture.” 2016. 

  19. Land, Nick. “Kant, Capital, and the Prohibition of Incest.” 1988. 

  20. Plant, Sadie. “Between Shit and Architecture.” 2016. 

  21. Livingstone, Suzanne, Luciana Parisi and Anna Greenspan. “Amphibious Maidens.” 1998. 

  22. Ibid. 

  23. Ireland, Amy. “Scrap Metal and Fabric: Weaving as Temporal Technology.” 2018. 

  24. Ibid. 

  25. Ibid. 

  26. ((::))(:)(:) 

Ameen Ahmed Abdel-Hadi Mettawa is an independent researcher based in Madrid, Spain. They are a member of the ritual traqueteo collective RALLIZE.